
Tras varios años de investigaciones sobre accidentes de escalada (pared, deportiva y rocódromo), he podido constatar que es durante las fases de descenso (rápeles, descuelgues y destrepes) donde se producen más episodios a lamentar; algo más de la cuarta parte del total. Y dentro de las fases de descenso, toca centrarnos en los rápeles.
Los siete casos que analizamos en este artículo son todos reales: sus protagonistas tienen nombre y apellidos. Se trata de sucesos que ocasionaron seis víctimas mortales, además de otros daños graves. Cuatro de estas situaciones indeseables tuvieron lugar en España; situaciones en las que ninguno de nosotros querríamos jamás vernos involucrados. Pero lo cierto es que ocurrieron, y que no se puede volver atrás; por tanto, del accidente debemos intentar aprovecharlo todo al máximo para prevenir daños ante episodios similares que se nos van a presentar. Para que a ti no te pase.
En cinco de los siete casos reales aquí estudiados, la persona que desencadena la causa principal del accidente era escalador experto. Además, a veces ocurre que este sujeto no tiene por qué haber sido el accidentado, ya que por desgracia se detectan sucesos acontecidos porque el experto, a pesar de su obligación de estar alerta, obvió alguna fase del proceso: dio por supuesto que el más novel con quien se encontraba iba a hacer algo que finalmente no hizo.
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